En el presente blog incluímos algunas páginas de la obra “Armonía Colombiana. Obra pianística de los aires patrios”, en la que se acopian los frutos que el autor ha dedicado al piano en una trayectoria que comprende toda su vida desde su primer latido, el pasillo Tulia, ofrendado a su madre, el incipiente brote en el que la inspiración, aún enmarcada en el seno familiar, pugna por salir y lanzarse a mayores conquistas. Figuran en la obra otras piezas de compositores reconocidos transcritas con alguna libertad, pensando en aprovechar los recursos que brinda la ejecución pianística para mayor lucimiento de las músicas expuestas. También recoge la obra una suite para clarinete y piano y una pieza arreglada para cello y piano. En orden ascendente según la secuencia de página, el contenido es el siguiente: Guabina Huilense de Carlos E. Cortés, Soledades –pasillo-, Bambuco, Tulia –pasillo-, Aires de Pericongo –bambuco-, Pasillo en Mi menor, Bambuco en La menor, Galanterías –pasillo-, Bambuco Sanjuanero, Pasillo en Do menor, Vísperas en Tobo –bambuco-, Guabina Sonatina No. 1, Pasillo Lírico, Guabina Sonatina No. 2, Pasillo Romántico, Pasillo Rústico, Amor se escribe con llanto –bambuco de Alvaro Dalmar-, Pasillo Alucinado, Suite para clarinete 1, 2 y 3, Pasillo Evocativo para cello, Sones de Bandola –bambuco- Pasillo en Re, Toccatta Rumbera –según una música popular- Crepúsculo –pasillo de Carlos E. Cortés-, Una Noche… -pasillo de Pedro Morales Pino-, Pasillo Evocativo, Genta –danza de Pedro Morales P.-, Pasillo en Do menor, Bambuco en Do# menor, María Varilla –del folclor litoral-, Tiplecito de mi vida –torbellino de Alejandro Wills-, estas dos últimas para piano a 4 manos.
La obra “Armonía Colombiana. Obra pianística de los aires patrios” está como proyecto, esperando la posibilidad de ser editada y el blog informa sobre sus principales componentes: portadas, presentación, contenido y algunas de sus páginas en notación musical.
jueves, 26 de noviembre de 2009
miércoles, 25 de noviembre de 2009
martes, 24 de noviembre de 2009
lunes, 23 de noviembre de 2009
viernes, 20 de noviembre de 2009
Presentación de Armonía Colombiana
“ARMONIA COLOMBIANA. Obra pianística de los aires
patrios”, son las divagaciones y los desvelos por la
plasmación de un sólido lenguaje pianístico colombiano
que no por popularizante, ceda ante el facilismo o la
negligencia y rutina, o lo contrario de esto: a un
excesivo y estéril rebuscamiento. Pedro Morales Pino,
Luis A. Calvo y Adolfo Mejía, nacidos en este orden,
descuellan entre otros en su intento de sentar el
basamento de un incipiente romanticismo; con finura y
elegancia el primero, con mucho sentimiento el segundo; en
el tercero aparece un compositor de mayor aliento, dueño de
elementos técnicos y de la forma. Su música se sitúa en un
firme romanticismo nacionalista. Sin embargo, un movimiento
clásico-romántico no se dio en Colombia, aunque puede ocurrir
que sus legatarios estén perdidos u ocultos por el aleve polvo
de los anaqueles; comoquiera que fuese, Colombia adolece de esta
laguna cultural en el campo de la música, lo cual no ocurrió en la
literatura ni en las artes plásticas. El desarrollo musical colombiano en
esta etapa quedó reducido a una ingenua y pastoril música popular. Luego, en
los años 50s. y 60s. los músicos colombianos se orientaron hacia estéticas
extranjerizantes de vanguardia que, naturalmente, ejercían sobre ellos una
atractiva seducción por estar dentro de lo contemporáneo. Pero aquel vacío
histórico de la evolución musical obra como un contrapeso debilitante de un período
que no se llenó y que repercute en la creación musical colombiana que no aporta
nombres de relieve internacional en el mundo musical de hoy, ni de pasados mediatos
ni lejanos. Sería esperanzador para subsanar esto, descubrir el legado perdido de
autores como José Rozo Contreras, Oriol Rangel, Luis Antonio Escobar y otros, que le
cantaron con inspiración a la patria.
patrios”, son las divagaciones y los desvelos por la
plasmación de un sólido lenguaje pianístico colombiano
que no por popularizante, ceda ante el facilismo o la
negligencia y rutina, o lo contrario de esto: a un
excesivo y estéril rebuscamiento. Pedro Morales Pino,
Luis A. Calvo y Adolfo Mejía, nacidos en este orden,
descuellan entre otros en su intento de sentar el
basamento de un incipiente romanticismo; con finura y
elegancia el primero, con mucho sentimiento el segundo; en
el tercero aparece un compositor de mayor aliento, dueño de
elementos técnicos y de la forma. Su música se sitúa en un
firme romanticismo nacionalista. Sin embargo, un movimiento
clásico-romántico no se dio en Colombia, aunque puede ocurrir
que sus legatarios estén perdidos u ocultos por el aleve polvo
de los anaqueles; comoquiera que fuese, Colombia adolece de esta
laguna cultural en el campo de la música, lo cual no ocurrió en la
literatura ni en las artes plásticas. El desarrollo musical colombiano en
esta etapa quedó reducido a una ingenua y pastoril música popular. Luego, en
los años 50s. y 60s. los músicos colombianos se orientaron hacia estéticas
extranjerizantes de vanguardia que, naturalmente, ejercían sobre ellos una
atractiva seducción por estar dentro de lo contemporáneo. Pero aquel vacío
histórico de la evolución musical obra como un contrapeso debilitante de un período
que no se llenó y que repercute en la creación musical colombiana que no aporta
nombres de relieve internacional en el mundo musical de hoy, ni de pasados mediatos
ni lejanos. Sería esperanzador para subsanar esto, descubrir el legado perdido de
autores como José Rozo Contreras, Oriol Rangel, Luis Antonio Escobar y otros, que le
cantaron con inspiración a la patria.